Asociación Trisomía 13, Trisomía 18 y  
otras malformaciones genéticas graves.



Adrián

Ésta es la Historia de Vida de Adrián. Es una historia que como padres nos es difícil expresar por el dolor de su ausencia, pero que por encima de todo nos llenó y nos llena cada día el alma. Por su fuerza, por las ganas de vida que nos demostró, por el amor que ha dejado en sus padres, por el testimonio de vida que ha dejado en su familia y su entorno, por demostrarnos que en lo más pequeño y lo más débil, en lo más difícil está La Vida. Nos quedamos embarazados en Abril de 2012. Nuestro primer hijo. La primera ecografía llegó a finales del mes de Junio. Ese día la ginecóloga tardaba en mirar y nos dimos cuenta de que algo pasaba. Los resultados del screening estaban alterados y además teníamos una cardiopatía importante. Llamé a mi madre llorando y nunca se me olvidarán sus palabras:" No te preocupes, le vamos a querer igual". De repente la vida te cambia, no sabes que pasará, no sabes por qué pero gracias a Dios, fuimos comprendiendo y encontrando respuesta a esas preguntas y aunque con miedos, se nos tranquilizó el corazón. Nos recomendaron hacernos la amniocentesis pero nos daba miedo el riesgo que siempre tiene, así que la rechazamos una y otra vez. No sabíamos si era niño o niña, nunca lo he querido saber, siempre me ha gustado sorpresa hasta el final. Un día decidimos con mucho miedo hacer la amnio, por el simple hecho de ayudar a nuestro hijo cuando naciera. Todo salió bien y los resultados revelaron una trisomia 18. El equipo de médicos siempre se portó fenomenal con nosotros, nos hablaron del Sd.Edwards. Día a día nuestro hijo crecía en mi tripa, cogía peso, vivía sin dolor demostrando que no era incompatible con la vida como dicen. Los médicos nos decían que no tenía signos de sufrimiento, que se sentía bien, y eso nos alegraba. Cada mes teníamos una ecografía y nuestro hijo nos sorprendía con su crecimiento y aumento de peso. Siempre de nalgas parecía jugar a esconderse. Las noches eran su mejor momento, se movía libremente y respondía con patadas cuando le hablábamos y le acariciábamos. El embarazo avanzaba y le dije a mi marido: "Prepárate porque va a nacer". Yo lo tenía claro, lo supe desde el principio, sé que mi hijo es muy fuerte y llegaría hasta el final. Y contra todo pronóstico y teorías médicas cumplió los nueve meses y Adrián nació. Nació el 18 de Diciembre de 2012 a las siete y cinco de la tarde. Fue por cesárea por estar de nalgas y porque además era lo mejor para él. Lo que necesite hay que dárselo y bien merece su vida una cesárea y lo que haga falta. Necesitó ayuda para respirar y estuvo en la incubadora junto a su padre que no se separó de él ni un momento. Y siguió aguantando durante cuatro maravillosas horas para demostrarnos la fuerza y el valor de la vida. Abría los ojos como un campeón, mi hijo moreno, con pelito por el cuerpo como su madre, alto, con carrillos gordos y piel suave, precioso, simplemente perfecto. Toda su familia, sus tíos y abuelos pudieron conocerle y contemplar un hijo santo, un santo del siglo veintiuno porque sigue habiendo santos. A las once de la noche Dios le subió al cielo para vivir eternamente. Cada día pensamos en él. Cada día hablo contigo y te miro en las fotos para que me hables. Y sé que lo haces, te entiendo, te siento en mis hombros allá por donde voy. Te echo de menos mi vida. Papá y yo recordamos el día de tu nacimiento como si fuera hoy, volviendo a sentir esas emociones especiales que sólo tú nos hiciste sentir. Cierro los ojos y lo revivo todo, te veo junto a mí. Esa carita de paz, de pureza, de plenitud la tengo grabada en mi mente. Gracias hijo por haber elegido esta familia para nacer, gracias a Dios por haberse fijado en nosotros como tus padres. Nunca estaremos lo suficientemente agradecidos por haber permitido este milagro en esta familia. Viniste a nacer en Navidad. Como una promesa, para darnos el verdadero sentido de la vida, para recordar que en esta vida no sirve vivir más o menos tiempo sino vivir dejando huella y ganar el cielo. Doy gracias a Dios por haberte regalado la vida eterna, cuánto has hecho en tan poco tiempo. Siempre tendremos un bebé para cuidar en la eternidad. Hoy dos años después, tienes una hermana en casa, que sé que has pedido para nosotros. Ella tiene mucha suerte de tenerte y ya le hablamos de ti.

Te queremos. Vive hijo, vive eternamente.